Un logotipo nuevo es una señal o pista de estrategia de desarrollo de producto para reposicionar la marca que nos lleva a percibir una imagen global nueva.
Os dejo la noticia que habla de ello:
Refrescar el logo, refrescar la imagen
¿Por qué las grandes marcas actualizan y cambian sus logos?
PuroMarketing
Si algo funciona, mejor no lo cambies
es una de esas perlas de sabiduría popular que, sin embargo, las
empresas no siempre acaban de seguir. Una de las mejores maneras de
verlo es seguir la historia de sus logos, especialmente en las
compañías que tienen una larga historia.
A pesar de que muchas
veces su logo es muy reconocible y a pesar de que se ha asentado ya
entre los elementos que la memoria de los consumidores ha acumulado,
las empresas se lanzan a cambiarlo. Si se analiza lo que han hecho
las empresas centenarias, por ejemplo, en muchos casos se encuentran
historias de cambio. Al cabo de unos años o de unas décadas, la
marca de turno hace rebranding con su logo. Pero ¿por qué hacerlo?
De entrada, la decisión podría parecer no solo polémica sino
también bastante arriesgada. Si el logo funciona y si los
consumidores lo están recordando bien, ¿no sería mejor dejarlo
como está y no tocarlo? El que las empresas se lancen, a pesar del
pavor en general que les tienen a los cambios, a hacerlo tiene una
explicación lógica y racional detrás. Aunque hacer rebranding y
cambiar el logo es una de esas cuestiones pantanosas (no hay más que
pensar en lo que le ocurrió a Gap hace unos años…), a las
compañías no les queda más razón que realizar ajustes y que
modificarlo.
A veces los cambios son más o menos
mínimos y no modifican la esencia del logo, tanto que en algunos
casos solo quienes son realmente muy observadores acaban dándose
cuenta de lo que ha pasado. Google no ha cambiado exactamente su
logo, pero sí ha modificado su esencia. En 2015, Google cambió la
tipografía de su logo (en 1999 había hecho un cambio brutal de
rediseño del mismo, pero aún no era la compañía tan popular que
ahora conocemos). Lo hizo porque la nueva tipografía funcionaba
mejor en temas de escalabilidad y por tanto se ajustaba mejor a las
nuevas pantallas, algo que en un mundo como el actual es muy
importante. Y esa es, de hecho, una de las grandes razones que llevan
a las empresas a cambiar sus logos. Cuando el contexto en el que la
marca se mueve cambia y su logo se tiene que adaptar a nuevos usos y
nuevas situaciones, no queda más remedio que jugar con ello y que
adaptarse a esas novedades. No hay más que pensar en cómo las redes
sociales han modificado los requisitos para ser un buen logo. En los
90, cuando se diseñaba la imagen corporativa de una compañía y se
creaba su logo no había que pensar en cómo se verían en un perfil
de redes sociales. Ahora es una de las cuestiones clave. Cuando se
diseña un nuevo logo, se piensa rápidamente cómo encajará en la
imagen de perfil de la página en Facebook o de la cuenta de Twitter.
Otras razones que llevan al cambio
de logo
Pero, por supuesto, estas no son las
únicas razones que obligan a cambiar de logo. En ocasiones, son
elementos externos y que escapan al control de la compañía los que
hacen que se tenga que modificar la imagen. Por ejemplo, una crisis
de comunicación o una crisis del sector hace que se tenga que
cambiar cómo se presenta a la compañía y cómo es el logo. Las
crisis a las que estuvieron sometidas las empresas de automoción en
los últimos años llevaron a algunos analistas a recomendar
directamente cambiar su logo para apuntalar aquellas cosas en las que
aún eran fuertes y no las que había protagonizado la crisis. A eso
se suma que el logo es en cierto modo prisionero de las decisiones de
negocio. Las separaciones y ventas de activos pueden obligar a la
compañía a cambiar su logo, para que no refleje aquello que ya no
posee. Lo mismo sucede cuando las empresas se fusionan o compran a
otras compañías. Tienen que trabajar en sus logos para que estos
representen lo que son ahora y no lo que eran antes. Tienen que
lograr incorporar los elementos novedosos y los nuevos valores de
marca en el logo.
El dejar de fabricar algo, el eliminar
líneas de producción y el cambiar la naturaleza de la marca también
obliga a ajustar el logo. Nokia es uno de los ejemplos recurrentes
que se suelen emplear para ejemplificar ese punto. La compañía
nació como una empresa maderera pero a lo largo del siglo XX se
convirtió en una compañía de telecomunicaciones y tecnología, lo
que ha hecho que a lo largo de su historia su logo haya cambiado de
forma reiterativa.
Refrescar el logo, refrescar la
imagen
Y a todo ello se suma una cuestión
mucho más prosaica. La renovación del logo es un lavado de cara. Es
como cambiar el color de las paredes del salón o el sofá: harán
que la habitación parezca más moderna o hasta más nueva. Lo mismo
sucede con el logo. Modificarlo y renovarlo hace que la compañía se
vea más moderna, más fresca. Es, para ellos también, un lavado de
cara. Para las empresas, refrescarse puede ser una opción decisiva y
muy importante en ciertas ocasiones. Puede ayudar a posicionarse de
un modo mucho mejor cuando la imagen general de la compañía empieza
a parecer demasiado pasada de moda o cuando se siente que la empresa
se está quedando atrás en los cambios del mercado. El logo no
soluciona los problemas, cierto es, y la empresa tiene que hacer un
cambio mucho más profundo para adaptarse a los nuevos tiempos, pero
ayuda a transmitir que se está haciendo ese trabajo.