diumenge, 16 de febrer del 2014

ESTRATEGIAS DE CRECIMIENTO DE CALVO



Empresas vintage

Calvo conserva el espíritu innovador

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Poder decir de una empresa creada hace más de seis décadas que mantiene su apuesta por la innovación como uno de sus rasgos de identidad explica las razones de su crecimiento. Hablamos del grupo Calvo, nacido en 1940 como un negocio familiar y que hoy es una compañía internacional –con presencia en más de 70 países– que da empleo a 4.500 personas y que en 2012 facturó 641 millones de euros.
Este grupo especializado en las conservas ha hecho gala desde su creación de un espíritu poco conservador. Siempre abierto a acoger innovaciones tecnológicas y a diversificar mercado, su actitud creativa le ha llevado a tener actualmente tres departamentos de innovación en tres países distintos: España (Madrid), Brasil y El Salvador. 

Cronología

1908. Luis Calvo hereda junto a su madre el negocio familiar, un almacén de coloniales y ultramarinos.
1940. Se crea el grupo Calvo.En pleno periodo de posguerra, la empresa apuesta por las conservas.
1956. Siempre con los ojos abiertos a las innovaciones tecnológicas en su sector y en el resto, Luis Calvo desarrolla una máquina empacadora de atún capaz de producir 36 latas por minuto, un avance tecnológico único en su época.
AÑOS setenta. Calvo introduce en España un tipo de atún, conocido internacionalmente como yellowfin, al que denomina atún claro. A la vez, presenta la lata redonda, un envase hasta entonces nunca visto en nuestro país.Ahora, el 95% de las latas de atún tienen esa forma.
1978. Calvo lanza su exitosa campaña de publicidad en la que dos actores calvos, Jesús Puente y Juanjo Menéndez, protagonizan un diálogo hilarante. Atún,claro, Calvo. Un 90% de los consultados conocía la marca un mes después del lanzamiento de este spot televisivo.
1979. Calvo adquiere Montecelo, su primer barco. Hoy, cuenta con una flota propia compuesta por 10 embarcaciones.
1991. El grupo compra la empresa italiana Nostromo. Tras una aventura poco exitosa en Venezuela, Calvo relanza su expansión internacional.
2004. La compañía se sigue expandiendo y adquiere en 2004 la empresa brasileña Gomes da Costa, líder en aquel país. En la actualidad, Calvo está presente en más de 70 países.
La historia de esta compañía de alimentación se remonta a 1908, cuando Luis Calvo Sanz, con 11 años, heredó junto a su madre el negocio familiar, un almacén de coloniales y ultramarinos que regentaba su padre en Carballo (La Coruña). Comenzó entonces la redefinición de la tienda. En el periodo de posguerra, Luis Calvo decidió centrarse en las conservas, emblema del grupo desde entonces. Pescado, grelos, garbanzos, alubias, caldo gallego o fabada eran algunos de los productos que ofrecía.
En 1952, el regente de este incipiente negocio asistió en Vigo a la demostración de una máquina de empacar mediante moldes creada por una empresa francesa. Le atrajo la idea y decidió desarrollar de forma manual su propia máquina de enlatar porciones de atún. Gracias a esta innovación, ese año pudo exportar a Estados Unidos 1.000 cajas de 12 unidades de dos kilos. Fue el primer gran hito de otra constante a lo largo de la historia del grupo: su internacionalización.
Luis Calvo desarrolló en 1956 una empacadora de atún capaz de producir 36 latas por minuto. Fue una revolución en el sector. El gran éxito del grupo llegaría en los setenta, cuando introdujo en España un tipo de atún, conocido internacionalmente como yellowfin, al que bautizó como atún claro. Hasta entonces, en nuestro país solo se comercializaban el atún a secas y el atún blanco. Calvo apostó fuerte por este tipo de pescado y acompañó su lanzamiento con el desarrollo de una nueva lata, la redonda, hasta entonces nunca empleada para conservas. Hoy, el 95% de las latas de atún que se consumen en España son redondas y el 75% es atún claro. A vueltas con el lanzamiento de novedades al mercado, Calvo comercializó en 1978 el pack de tres latas, un sistema de empaquetado que hasta entonces se usaba para las cervezas, pero no para las conservas.
Según fue creciendo su negocio, la compañía decidió pescar directamente el atún que comercializaba y puso en marcha su propia flota, que en estos momentos cuenta con diez barcos: seis buques atuneros, tres buques mercantes y un buque de asistencia. Su primer barco propio fue el Montecelo, adquirido en 1979.
El grupo Calvo comenzó su expansión internacional en 1981 con la apertura de una planta de transformación en Guanta (Venezuela). No fue una experiencia exitosa, pero sentó las bases de su nuevo intento diez años después. En 1991 adquirió la marca italiana Nostromo, hoy la segunda en ese país.
Tras su llegada a Italia, Calvo regresó a América con la apertura de una nueva fábrica en El Salvador. Desde allí abastece a toda Centroamérica y también a Estados Unidos y México. En 2004, la compañía compró Gomes da Costa, líder en Brasil. El 77% de la producción del grupo se destina a mercados internacionales. Como señala Eva Cuetos, directora de marketing del grupo Calvo, esos mercados “son países que, a diferencia de España, viven una gran expansión”.
Un signo distintivo del grupo son sus atractivas campañas de publicidad, pese a que solo hacen una cada año. Normalmente, la marca tiene entre un 35% y un 45% de recuerdo en espontáneo del cliente. Con su última serie de spots lograron subir ese índice de notoriedad hasta el 65%. “Hacemos pocas campañas, pero son muy exitosas y lanzamos mensajes que calan en la sociedad”, comenta Cuetos. Su último éxito publicitario ha sido Ellas lo saben todo, un entrañable anuncio que brinda un merecido homenaje a las madres y que fue galardonado en el Festival de cine de Cannes. Buena acogida, aunque nada comparable con el impacto de los anuncios televisivos lanzados por el grupo conservero en 1978. El peculiar diálogo entre dos actores calvos, Jesús Puente y Juanjo Menéndez, que todavía recuerda con una sonrisa en la cara una generación de españoles. Atún, claro, calvo. Un mes después de iniciarse la campaña, un 90% de los consultados conocía la marca Calvo. Al año siguiente, la producción creció más de un 40%.
Desde que dispone de su propia flota, Calvo mantiene su compromiso con la pesca sostenible y la conservación del ecosistema marino. Alma Román, gerente de responsabilidad social de la compañía, explica que sus barcos llevan a bordo observadores científicos independientes para certificar el cumplimiento de las normativas internacionales, medida que la empresa adopta de forma voluntaria. También hace lo propio con los descartes de atún. Una vez ha echado la red, no devuelve al mar las piezas pequeñas de menor valor en el mercado. Compromiso con el futuro del medio marino de una empresa antigua en años de vida, pero moderna en actitud.

Platos preparados y nuevos productos

La diversificación es otro eje de actuación para la empresa gallega desde su nacimiento, que se ha visto reforzado en los últimos años. "Siempre hemos querido dar un toque de naturalidad y de salud a nuestros productos", afirma la responsable de marketing, Eva Cuetos. Así, Calvo fue pionera en el lanzamiento de una línea baja en sal y otra con cero por ciento en materia grasa. Una novedad que no cuajó fueron los refrigerados de atún con hamburguesas y salchichas que la empresa lanzó hace un tiempo. La gente no ubicaba a la marca en este sector y además pesó la costumbre al sabor y a la textura de los productos cárnicos, explica Cuetos.
En la actualidad, los platos preparados que pueden consumirse directamente en el envase, como los guisos de atún a la jardinera, con distintos tipos de verdura, las lasañas o el marmitako, se suman a los productos tradicionales que ofrece Calvo. De hecho, la compañía española tiene más de 700 referencias alimentarias en el mercado. Curiosamente, las conservas de guisos de toda la vida formaron parte de los productos que ofrecía el grupo en sus inicios. Ahora, la empresa vuelve a mirar a esos platos para satisfacer las necesidades del consumidor de hoy en día. Comida de calidad sin perder horas en la cocina.
Por otro lado, las marcas blancas acumulan un 80% de cuota de mercado en el sector del atún. Cuetos asegura que su compañía tiene plena confianza en recuperar a parte de los consumidores que, debido a las apreturas económicas a causa de la crisis, se han pasado a las marcas blancas de este tipo de productos, más baratas. Según la directora de marketing, cuando hacen ligeros ajustes a la baja del precio, notan un repunte en el consumo de productos de la marca Calvo.


ENUMERA LAS ESTRATEGIAS DE CRECIMIENTO QUE DESARROLLA LA EMPRESA CALVO. PARA CADA ESTRATEGIA QUE INDIQUES JUSTIFÍCALA





dijous, 6 de febrer del 2014

EL COMERCIO TRADICIONAL DE PROXIMIDAD TAMBIÉN EXISTE



Las tiendas singulares de Barcelona que negociaron antes, ahora sobrevivirán

Comercios como la granja Viader, la sastrería Xanço y la cuchillería Roca sí seguirán abiertos | El Ayuntamiento blinda la cerería Subirà y el Marsella por ubicarse en fincas municipales

Barcelona | 03/02/2014 - 01:30h | Última actualización: 03/02/2014 - 12:45h

"Renovamos el contrato, no estamos afectados", dicen con alivio algunos de los comerciantes de tiendas singulares cuando se les consulta por el estado de sus rentas de alquiler. Porque también hay quien consiguió llegar a un acuerdo con los propietarios del local y están salvados. Lo hicieron hace ya algunos años, antes de que determinados barrios se pusieran imposibles y de que los precios se disparasen. Los propietarios de estos negocios respiran tranquilos, pero miran con recelo y miedo el cierre de otros establecimientos centenarios que no han aguantado. Pierden ellos y pierde Barcelona, aseguran estos comerciantes, muy críticos con la destrucción del tejido comercial histórico de la ciudad. 

Entre los comerciantes que pasarán el trago de la ley de arrendamientos urbanos (LAU) sin demasiados apuros se encuentran dos establecimientos con una larga trayectoria: el bar Marsella y la cerería Subirá. Su caso es excepcional y de difícil aplicación para otros establecimientos. El Ayuntamiento de Barcelona anunció la semana pasada la continuidad de la actividad tradicional de estos dos comercios singulares, por ser propiedad municipal los edificios en los que se ubican. En el caso del Marsella, el año pasado el Consistorio decidió adquirir la finca para convertirla en viviendas sociales, después de pagar 1,1 millones de euros. El bar estaba a punto de cerrar, ya que el propietario le había anunciado que no le renovaría el contrato de alquiler. La semana pasada, el Consistorio, nuevo dueño de la finca, decidió ampliarle el contrato de arrendamiento durante diez años.

Lo mismo ha pasado en la cerería Subirà. El propietario de este negocio reconoce que ha tenido "mucha suerte". La suerte en este caso es que el propietario del inmueble es el Ayuntamiento, con el que se está preparando es- tos días una actualización del contrato de arrendamiento. "En principio será por diez años, ampliables a diez más, y con un al-quiler asumible para nosotros", explica Subirà. Esta cerería pasa por ser la tienda más antigua de las existentes hoy en la ciudad. "Muchos otros comercios históricos no tendrán esta suerte", señala Subirá, que se siente comprometido con esos colegas desde su cargo de vicepresidente de la Associació d'Establiments Emblemàtics. Esta cerería corrió el riesgo de desaparecer en los años ochenta, cuando se planteó la posibilidad de ampliar el Museu d'Història de la Ciutat. Se descartó y Subirà pudo seguir con un negocio cuyas ventas "van bien, porque a las de siempre ligadas al culto católico se han sumado las de decoración y las del turismo".

En la sastrería Xançó, ubicada en la Rambla también explican que consiguieron renovar el contrato y no corren peligro, al menos por el alquiler. Al igual que la cuchillería Roca. El gerente del comercio, Luis Torrente, reconoce que otras tiendas han esperado demasiado para firmar un nuevo contrato y "ahora lo tendrán muy difícil". Sobre todo por los precios que se están pidiendo en la zona, y cita a la antigua juguetería Monforte. "Por el local piden ahora 6.000 euros. El cierre de estas tiendas está acabando con el encanto de la ciudad", dice.

Una opinión que coincide con la que se da en otro histórico comercial, la granja Viader, que renovó sus rentas en el 2000. Los responsables creen que lo que está pasando con estas tiendas parece un chiste; en los últimos años, aseguran, han cerrado cuatro locales en la calle y se están pidiendo entre 4.000 y 5.000 euros.

En el barrio de Sant Antoni, los precios de los locales no han subido tanto como en otros puntos de la ciudad. En la casa de géneros de punto Gallofré, en la calle Manso, un cartel en el escaparate recuerda que el establecimiento especializado en prendas de algodón cumplió el pasado día 17 de enero cien años de historia. "Nosotros teníamos un contrato de renta antigua -explica tras el mostrador Rosa María Gallofré de 68 años, junto a su hija Georgina-, pero hace 15 años nos convertimos en sociedad limitada y lo modernizamos, y ahora lo acabamos de renovar por diez años más por la misma cantidad. Pagamos unos 1.700 euros al mes. Antes nos salía por unos 300 euros. Nosotros siempre les hemos dicho a los propietarios hasta donde podíamos pagar". Arrendatarios y arrendadores supieron ponerse de acuerdo, encontrar una solución equilibrada, un pacto justo para todos...

De la misma manera actuaron en la metalistería Bolívar, donde hace años renegociaron una renta que consideran muy elevada, pero al menos se mantienen en la Rambla Catalunya, donde abrieron en el lejano 1910.


Las tiendas históricas de Barcelona no pierden la esperanza de seguir abiertas

El Indio, pesca Calicó o filatélica Majó son tiendas singulares que tratan de pactar una nueva renta antes de final de año

Barcelona | 02/02/2014 - 01:30h | Última actualización: 02/02/2014 - 03:10h

Quedan pocos meses, pero las tiendas históricas aún no pierden la esperanza de alcanzar un acuerdo para garantizar su continuidad. Algunos de los comercios singulares de la ciudad reconocen que quizás se han dormido, que han esperado hasta el último momento para iniciar unas conversaciones que ahora, ante la inminente entrada en vigor de la ley de arrendamientos urbanos (LAU), permanecen encalladas y sin visos de solucionarse. Otros, en cambio, llevan meses dialogando sin éxito. No es una situación fácil y lo reconocen, pero aún confían en llegar al 31 de diciembre con un nuevo contrato. El cierre de otros comercios centenarios, algunos con mejores perspectivas de venta que sus negocios, les está llevando a la desesperación. De ahí, que muchos comerciantes no quieran explicar el estado de estas conversaciones y las lleven en el más absoluto de los secretos, al tiempo que auguran un negro futuro para sus tiendas.

El presidente de la Fundació Barcelona Comerç, Vicenç Gasca, explica que a lo largo de estos 20 años de moratoria muchos comerciantes no han podido pactar y otros ya tenían previsto jubilarse en 2014, por lo que tampoco les interesó llegar a un acuerdo con los propietarios. Sin embargo, la crisis que ha afectado a todos los sectores económicos, aunque se ha cebado especialmente con el comercio, ha llevado a muchos ha replantearse esta jubilación y a dar entrada en sus tiendas a sus hijos. La descendencia tenía el futuro resuelto, pero la recesión los ha dejado sin empleo y han visto en el negocio familiar su tabla de salvación.

En la centenaria tienda de Utensilios de Pesca Calicó el hijo de Enrique Calicó empezó a trabajar hace un tiempo. "Le ha dado un nuevo giro al negocio que es muy estacional, pero organiza salidas de pesca. Tiene mucha ilusión, Yo vengo por las mañanas un rato", relata Calicó de 76 años. Hace unos años intentó comprar el local, pero la cifra que le pidieron era inasumible. "Al final han perdido ellos, se piensan que aquí se podrá montar un bar o un restaurante y que llegará alguien que pueda pagar 5.000 euros de alquiler", explica. Ahora paga 1.000 euros al mes y dice que nunca ha criticado o protestado por las decisiones de su arrendador. Asegura que el sótano del local sufre muchas humedades y que difícilmente se podrá utilizar para otra cosa que no sea una tienda. "Ellos sabrán, pero sé que lo tenemos muy difícil", reitera.

Como la mayoría de comercios singulares de la ciudad aparecen en todas las guías turísticas de Barcelona y están acostumbrados a que entren los visitantes con el único interés de hacerse una foto. "Me hablan en inglés y me piden permiso. Yo les dejo hacer, pero también les digo que de las fotografías no comemos", dice un Calicó divertido.

Afirma que no se piensa jubilar y desde que su hijo está trabajando en la tienda el negocio va mucho mejor. "Si pudiéramos llegar a un acuerdo -explica Calicó- tendríamos una oportunidad de salvarnos. De levantar el negocio. Mi hijo se ha hecho una clientela y el negocio va mejor".

En la filatélica Majó hace tiempo que intentaron dejar de lado el pesimismo y se propusieron ser más prácticos. Trasladar la tienda, que ahora está en el número 1 de la céntrica calle Pelai, a otro local del Eixample. Una de las arterias de Barcelona más importante desde el punto de vista comercial y que junto a Portal de l'Àngel y paseo de Gràcia acostumbra a encabezar la lista de las calles con los locales comerciales más caros de Barcelona.

Joan Majó y su hija Isabel están detrás del mostrador intentando llenar con su sabiduría un sector y un mundo, el de la filatelia, que no pasa por su mejor momento. Están a punto de cumplir 100 años, pero no podrán seguir en Pelai.

"Llevo más de 70 años trabajando aquí -recuerda-. Cuando era un niño a la salida de la escuela mi padre me hacía venir para aprender el negocio". Y así continúa. Explica que la calle ha cambiado mucho en estos años. De hecho, ya quedan muy pocas tiendas singulares en Pelai, poco a poco han ido desapareciendo todos los negocios locales y han sido sustituidos por grandes marcas o zapaterías. "Es la ley y no podemos hacer nada, sobre todo si te piden al mes unos 6.000 euros", asegura. En unos meses, cerrarán y se trasladarán a otro lugar más económico.

Unas calles más abajo, en el corazón del Raval, los trabajadores de la histórica tienda de tejidos, el Indio, viven en la incertidumbre. Víctor Riera dirige junto a otros socios el mítico negocio. Aseguran que lo tienen muy complicado y que las condiciones para continuar en la calle del Carme no son de momento muy optimistas. Siguen negociando en busca de una salida, pero sin mucho éxito por lo que explican. Reconocen que están esperando un acuerdo de última hora para asegurar la supervivencia de la histórica tienda que empezó a vender tejidos en 1860. "Estamos luchando para ponernos de acuerdo, pero no sabemos si las conversaciones llegarán a buen puerto", sostienen con pesimismo.

En El Indio como en cualquier negocio se nota la crisis, y también la competencia de las grandes superficies. La especialización por la que se han hecho famosas estos comercios tampoco les ayuda en la actual coyuntura económica y en un mundo globalizado. Los gustos de la población han cambiado con el paso de los años y la presión de las grandes superficies ha provocado una continua caída de las ventas.

La sangría no es nueva para estos establecimientos, viene de lejos y adaptarse al mercado no siempre resulta fácil. En casa Beethoven, por poner un ejemplo, aseguran que no tendrán problemas con el alquiler. Ellos renegociaron hace tiempo y están a salvos respecto a un incremento de las ventas. Sin embargo, las cosas no andan muy bien en el sector de la música. Si cierran, refieren en la conocida tienda de la Rambla lo harán por el efecto de la piratería. Las ventas han bajado de manera escandalosa en estos últimos años y contra eso, dicen, no disponen de armas que les permita combatir este pernicioso fenómeno que poco a poco le está llevando a la asfixia.

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