Las tiendas singulares de Barcelona que negociaron antes, ahora sobrevivirán
Comercios como la granja Viader, la sastrería Xanço y la cuchillería Roca sí seguirán abiertos | El Ayuntamiento blinda la cerería Subirà y el Marsella por ubicarse en fincas municipales
Barcelona
| 03/02/2014 - 01:30h | Última actualización: 03/02/2014 - 12:45h
"Renovamos
el contrato, no estamos afectados", dicen con alivio algunos de
los comerciantes de tiendas singulares cuando se les
consulta por el estado de sus rentas de alquiler. Porque también hay
quien consiguió llegar a un acuerdo con los propietarios del local y
están salvados. Lo hicieron hace ya algunos años, antes de que
determinados barrios se pusieran imposibles y de que los precios se
disparasen. Los propietarios de estos negocios respiran tranquilos,
pero miran con recelo y miedo el cierre de otros establecimientos
centenarios que no han aguantado. Pierden ellos y pierde Barcelona,
aseguran estos comerciantes, muy críticos con la destrucción del
tejido comercial histórico de la ciudad.
Entre los comerciantes que pasarán el trago de la ley de arrendamientos urbanos (LAU) sin demasiados apuros se encuentran dos establecimientos con una larga trayectoria: el bar Marsella y la cerería Subirá. Su caso es excepcional y de difícil aplicación para otros establecimientos. El Ayuntamiento de Barcelona anunció la semana pasada la continuidad de la actividad tradicional de estos dos comercios singulares, por ser propiedad municipal los edificios en los que se ubican. En el caso del Marsella, el año pasado el Consistorio decidió adquirir la finca para convertirla en viviendas sociales, después de pagar 1,1 millones de euros. El bar estaba a punto de cerrar, ya que el propietario le había anunciado que no le renovaría el contrato de alquiler. La semana pasada, el Consistorio, nuevo dueño de la finca, decidió ampliarle el contrato de arrendamiento durante diez años.
Lo mismo ha pasado en la cerería Subirà. El propietario de este negocio reconoce que ha tenido "mucha suerte". La suerte en este caso es que el propietario del inmueble es el Ayuntamiento, con el que se está preparando es- tos días una actualización del contrato de arrendamiento. "En principio será por diez años, ampliables a diez más, y con un al-quiler asumible para nosotros", explica Subirà. Esta cerería pasa por ser la tienda más antigua de las existentes hoy en la ciudad. "Muchos otros comercios históricos no tendrán esta suerte", señala Subirá, que se siente comprometido con esos colegas desde su cargo de vicepresidente de la Associació d'Establiments Emblemàtics. Esta cerería corrió el riesgo de desaparecer en los años ochenta, cuando se planteó la posibilidad de ampliar el Museu d'Història de la Ciutat. Se descartó y Subirà pudo seguir con un negocio cuyas ventas "van bien, porque a las de siempre ligadas al culto católico se han sumado las de decoración y las del turismo".
En la sastrería Xançó, ubicada en la Rambla también explican que consiguieron renovar el contrato y no corren peligro, al menos por el alquiler. Al igual que la cuchillería Roca. El gerente del comercio, Luis Torrente, reconoce que otras tiendas han esperado demasiado para firmar un nuevo contrato y "ahora lo tendrán muy difícil". Sobre todo por los precios que se están pidiendo en la zona, y cita a la antigua juguetería Monforte. "Por el local piden ahora 6.000 euros. El cierre de estas tiendas está acabando con el encanto de la ciudad", dice.
Una opinión que coincide con la que se da en otro histórico comercial, la granja Viader, que renovó sus rentas en el 2000. Los responsables creen que lo que está pasando con estas tiendas parece un chiste; en los últimos años, aseguran, han cerrado cuatro locales en la calle y se están pidiendo entre 4.000 y 5.000 euros.
En el barrio de Sant Antoni, los precios de los locales no han subido tanto como en otros puntos de la ciudad. En la casa de géneros de punto Gallofré, en la calle Manso, un cartel en el escaparate recuerda que el establecimiento especializado en prendas de algodón cumplió el pasado día 17 de enero cien años de historia. "Nosotros teníamos un contrato de renta antigua -explica tras el mostrador Rosa María Gallofré de 68 años, junto a su hija Georgina-, pero hace 15 años nos convertimos en sociedad limitada y lo modernizamos, y ahora lo acabamos de renovar por diez años más por la misma cantidad. Pagamos unos 1.700 euros al mes. Antes nos salía por unos 300 euros. Nosotros siempre les hemos dicho a los propietarios hasta donde podíamos pagar". Arrendatarios y arrendadores supieron ponerse de acuerdo, encontrar una solución equilibrada, un pacto justo para todos...
De la misma manera actuaron en la metalistería Bolívar, donde hace años renegociaron una renta que consideran muy elevada, pero al menos se mantienen en la Rambla Catalunya, donde abrieron en el lejano 1910.
Las tiendas históricas de Barcelona no pierden la esperanza de seguir abiertas
El Indio, pesca Calicó o filatélica Majó son tiendas singulares que tratan de pactar una nueva renta antes de final de año
Barcelona
| 02/02/2014 - 01:30h | Última actualización: 02/02/2014 - 03:10h
Quedan pocos
meses, pero las tiendas históricas aún no pierden
la esperanza de alcanzar un acuerdo para garantizar su continuidad.
Algunos de los comercios singulares de la ciudad reconocen que quizás
se han dormido, que han esperado hasta el último momento para
iniciar unas conversaciones que ahora, ante la inminente entrada en
vigor de la ley de arrendamientos urbanos (LAU), permanecen
encalladas y sin visos de solucionarse. Otros, en cambio, llevan
meses dialogando sin éxito. No es una situación fácil y lo
reconocen, pero aún confían en llegar al 31 de diciembre con un
nuevo contrato. El cierre de otros comercios centenarios,
algunos con mejores perspectivas de venta que sus negocios, les está
llevando a la desesperación. De ahí, que muchos comerciantes no
quieran explicar el estado de estas conversaciones y las lleven en el
más absoluto de los secretos, al tiempo que auguran un negro futuro
para sus tiendas.
El presidente de la Fundació Barcelona Comerç, Vicenç Gasca, explica que a lo largo de estos 20 años de moratoria muchos comerciantes no han podido pactar y otros ya tenían previsto jubilarse en 2014, por lo que tampoco les interesó llegar a un acuerdo con los propietarios. Sin embargo, la crisis que ha afectado a todos los sectores económicos, aunque se ha cebado especialmente con el comercio, ha llevado a muchos ha replantearse esta jubilación y a dar entrada en sus tiendas a sus hijos. La descendencia tenía el futuro resuelto, pero la recesión los ha dejado sin empleo y han visto en el negocio familiar su tabla de salvación.
En la centenaria tienda de Utensilios de Pesca Calicó el hijo de Enrique Calicó empezó a trabajar hace un tiempo. "Le ha dado un nuevo giro al negocio que es muy estacional, pero organiza salidas de pesca. Tiene mucha ilusión, Yo vengo por las mañanas un rato", relata Calicó de 76 años. Hace unos años intentó comprar el local, pero la cifra que le pidieron era inasumible. "Al final han perdido ellos, se piensan que aquí se podrá montar un bar o un restaurante y que llegará alguien que pueda pagar 5.000 euros de alquiler", explica. Ahora paga 1.000 euros al mes y dice que nunca ha criticado o protestado por las decisiones de su arrendador. Asegura que el sótano del local sufre muchas humedades y que difícilmente se podrá utilizar para otra cosa que no sea una tienda. "Ellos sabrán, pero sé que lo tenemos muy difícil", reitera.
Como la mayoría de comercios singulares de la ciudad aparecen en todas las guías turísticas de Barcelona y están acostumbrados a que entren los visitantes con el único interés de hacerse una foto. "Me hablan en inglés y me piden permiso. Yo les dejo hacer, pero también les digo que de las fotografías no comemos", dice un Calicó divertido.
Afirma que no se piensa jubilar y desde que su hijo está trabajando en la tienda el negocio va mucho mejor. "Si pudiéramos llegar a un acuerdo -explica Calicó- tendríamos una oportunidad de salvarnos. De levantar el negocio. Mi hijo se ha hecho una clientela y el negocio va mejor".
En la filatélica Majó hace tiempo que intentaron dejar de lado el pesimismo y se propusieron ser más prácticos. Trasladar la tienda, que ahora está en el número 1 de la céntrica calle Pelai, a otro local del Eixample. Una de las arterias de Barcelona más importante desde el punto de vista comercial y que junto a Portal de l'Àngel y paseo de Gràcia acostumbra a encabezar la lista de las calles con los locales comerciales más caros de Barcelona.
Joan Majó y su hija Isabel están detrás del mostrador intentando llenar con su sabiduría un sector y un mundo, el de la filatelia, que no pasa por su mejor momento. Están a punto de cumplir 100 años, pero no podrán seguir en Pelai.
"Llevo más de 70 años trabajando aquí -recuerda-. Cuando era un niño a la salida de la escuela mi padre me hacía venir para aprender el negocio". Y así continúa. Explica que la calle ha cambiado mucho en estos años. De hecho, ya quedan muy pocas tiendas singulares en Pelai, poco a poco han ido desapareciendo todos los negocios locales y han sido sustituidos por grandes marcas o zapaterías. "Es la ley y no podemos hacer nada, sobre todo si te piden al mes unos 6.000 euros", asegura. En unos meses, cerrarán y se trasladarán a otro lugar más económico.
Unas calles más abajo, en el corazón del Raval, los trabajadores de la histórica tienda de tejidos, el Indio, viven en la incertidumbre. Víctor Riera dirige junto a otros socios el mítico negocio. Aseguran que lo tienen muy complicado y que las condiciones para continuar en la calle del Carme no son de momento muy optimistas. Siguen negociando en busca de una salida, pero sin mucho éxito por lo que explican. Reconocen que están esperando un acuerdo de última hora para asegurar la supervivencia de la histórica tienda que empezó a vender tejidos en 1860. "Estamos luchando para ponernos de acuerdo, pero no sabemos si las conversaciones llegarán a buen puerto", sostienen con pesimismo.
En El Indio como en cualquier negocio se nota la crisis, y también la competencia de las grandes superficies. La especialización por la que se han hecho famosas estos comercios tampoco les ayuda en la actual coyuntura económica y en un mundo globalizado. Los gustos de la población han cambiado con el paso de los años y la presión de las grandes superficies ha provocado una continua caída de las ventas.
La sangría no es nueva para estos establecimientos, viene de lejos y adaptarse al mercado no siempre resulta fácil. En casa Beethoven, por poner un ejemplo, aseguran que no tendrán problemas con el alquiler. Ellos renegociaron hace tiempo y están a salvos respecto a un incremento de las ventas. Sin embargo, las cosas no andan muy bien en el sector de la música. Si cierran, refieren en la conocida tienda de la Rambla lo harán por el efecto de la piratería. Las ventas han bajado de manera escandalosa en estos últimos años y contra eso, dicen, no disponen de armas que les permita combatir este pernicioso fenómeno que poco a poco le está llevando a la asfixia.
El presidente de la Fundació Barcelona Comerç, Vicenç Gasca, explica que a lo largo de estos 20 años de moratoria muchos comerciantes no han podido pactar y otros ya tenían previsto jubilarse en 2014, por lo que tampoco les interesó llegar a un acuerdo con los propietarios. Sin embargo, la crisis que ha afectado a todos los sectores económicos, aunque se ha cebado especialmente con el comercio, ha llevado a muchos ha replantearse esta jubilación y a dar entrada en sus tiendas a sus hijos. La descendencia tenía el futuro resuelto, pero la recesión los ha dejado sin empleo y han visto en el negocio familiar su tabla de salvación.
En la centenaria tienda de Utensilios de Pesca Calicó el hijo de Enrique Calicó empezó a trabajar hace un tiempo. "Le ha dado un nuevo giro al negocio que es muy estacional, pero organiza salidas de pesca. Tiene mucha ilusión, Yo vengo por las mañanas un rato", relata Calicó de 76 años. Hace unos años intentó comprar el local, pero la cifra que le pidieron era inasumible. "Al final han perdido ellos, se piensan que aquí se podrá montar un bar o un restaurante y que llegará alguien que pueda pagar 5.000 euros de alquiler", explica. Ahora paga 1.000 euros al mes y dice que nunca ha criticado o protestado por las decisiones de su arrendador. Asegura que el sótano del local sufre muchas humedades y que difícilmente se podrá utilizar para otra cosa que no sea una tienda. "Ellos sabrán, pero sé que lo tenemos muy difícil", reitera.
Como la mayoría de comercios singulares de la ciudad aparecen en todas las guías turísticas de Barcelona y están acostumbrados a que entren los visitantes con el único interés de hacerse una foto. "Me hablan en inglés y me piden permiso. Yo les dejo hacer, pero también les digo que de las fotografías no comemos", dice un Calicó divertido.
Afirma que no se piensa jubilar y desde que su hijo está trabajando en la tienda el negocio va mucho mejor. "Si pudiéramos llegar a un acuerdo -explica Calicó- tendríamos una oportunidad de salvarnos. De levantar el negocio. Mi hijo se ha hecho una clientela y el negocio va mejor".
En la filatélica Majó hace tiempo que intentaron dejar de lado el pesimismo y se propusieron ser más prácticos. Trasladar la tienda, que ahora está en el número 1 de la céntrica calle Pelai, a otro local del Eixample. Una de las arterias de Barcelona más importante desde el punto de vista comercial y que junto a Portal de l'Àngel y paseo de Gràcia acostumbra a encabezar la lista de las calles con los locales comerciales más caros de Barcelona.
Joan Majó y su hija Isabel están detrás del mostrador intentando llenar con su sabiduría un sector y un mundo, el de la filatelia, que no pasa por su mejor momento. Están a punto de cumplir 100 años, pero no podrán seguir en Pelai.
"Llevo más de 70 años trabajando aquí -recuerda-. Cuando era un niño a la salida de la escuela mi padre me hacía venir para aprender el negocio". Y así continúa. Explica que la calle ha cambiado mucho en estos años. De hecho, ya quedan muy pocas tiendas singulares en Pelai, poco a poco han ido desapareciendo todos los negocios locales y han sido sustituidos por grandes marcas o zapaterías. "Es la ley y no podemos hacer nada, sobre todo si te piden al mes unos 6.000 euros", asegura. En unos meses, cerrarán y se trasladarán a otro lugar más económico.
Unas calles más abajo, en el corazón del Raval, los trabajadores de la histórica tienda de tejidos, el Indio, viven en la incertidumbre. Víctor Riera dirige junto a otros socios el mítico negocio. Aseguran que lo tienen muy complicado y que las condiciones para continuar en la calle del Carme no son de momento muy optimistas. Siguen negociando en busca de una salida, pero sin mucho éxito por lo que explican. Reconocen que están esperando un acuerdo de última hora para asegurar la supervivencia de la histórica tienda que empezó a vender tejidos en 1860. "Estamos luchando para ponernos de acuerdo, pero no sabemos si las conversaciones llegarán a buen puerto", sostienen con pesimismo.
En El Indio como en cualquier negocio se nota la crisis, y también la competencia de las grandes superficies. La especialización por la que se han hecho famosas estos comercios tampoco les ayuda en la actual coyuntura económica y en un mundo globalizado. Los gustos de la población han cambiado con el paso de los años y la presión de las grandes superficies ha provocado una continua caída de las ventas.
La sangría no es nueva para estos establecimientos, viene de lejos y adaptarse al mercado no siempre resulta fácil. En casa Beethoven, por poner un ejemplo, aseguran que no tendrán problemas con el alquiler. Ellos renegociaron hace tiempo y están a salvos respecto a un incremento de las ventas. Sin embargo, las cosas no andan muy bien en el sector de la música. Si cierran, refieren en la conocida tienda de la Rambla lo harán por el efecto de la piratería. Las ventas han bajado de manera escandalosa en estos últimos años y contra eso, dicen, no disponen de armas que les permita combatir este pernicioso fenómeno que poco a poco le está llevando a la asfixia.
¿ QUÉ OS PARECE ESTAS DOS NOTICIAS ?
Es un debate profundamente complicado, donde nos hemos de plantear una difícil pregunta. Es mas importante el valor económico que pueden aportar estos puntos de venta o pondremos al acecho el poco corazón que aun nos queda? Yo, muy a mi pesar, no me la juego. Es decir, no se ni que es mejor ni peor, pero de lo único que si que estoy seguro, es que si se pone en marcha está reforma, no me gustan las maneras.
ResponEliminaComo siempre, en este país tira el radicalismo, esto sentimiento está a la orden del día. Hoy eres blanco, mañana eres negro, hoy pagas 100, mañana pagas 1000. Estos comercios son un parecido a lo que lo que les pasa a los políticos con los periodistas, que no los quieren ver ni en pintura. Este “dolor de muelas” lleva muchos años en debate sobre la solución de la cual se ha de llevar a cabo. Entiendo y encuentro, en cierta forma correcta, la idea de subir los impuestos a estos comerciantes porqué estoy seguro, que más de uno se ha aprovechado de estas facilidades económicas. Pero mi pregunta es…porque se ha de implantar esta subida de golpe? La respuesta la se yo y también todo el mundo. Se me viene una imagen muy clara a la mente. Ayuntamiento de Barcelona y la típica conversación entre trabajadores. Oye Paco, hoy debatimos lo de la nueva ley de arrendamientos? No lo sé, déjalo para otro día, que es un tema complicadillo...Esta respuesta, señores y señoras, lleva más de 8 años produciéndose, precisamente, cuando esta ley empezó a plantearse.
La inaptitud de dichos políticos, ha hecho que estos trabajadores de los ya comentados comercios, paguen los platos rotos. Porqué en vez de aplicar estas medidas de golpe, mi otra pregunta es…no era más sencillo establecer estas subidas económicas poco a poco para que se vayan adaptando? Mi respuesta, es sí, la de vosotros, creo que también.
España está en una situación dificilísima, de hecho, estamos desde hace ocho años con una situación ecónomica que da pena - la verdad sea dicha-. De hecho, yo creo que realmente lo que quiere el Gobierno o quien quiera que sea que lleva todo este "percal" es que los ricos sean más ricos y que los pobres sean más pobres, dejando así, abandonada a la clase media y a muchos trabajadores que tienen empresas pequeñas, pero que gracias a ellas, viven su día a día. Y este es el caso de todos estos comercios de Barcelona que luchan por seguir con su própia existencia. Este tema, ya lo hemos hablado en clase, y yo ya he mostrado desde un principio cuál es mi punto de vista, estos comercios no deberían desparecer nunca, y diré claramente el porque, primero de todo porqué gracias a ellos, Barcelona gana un nivel de comercio tradicional espectacular y eso por parte del turismo está super valordo. Además, aporta una gran cantidad de dinero y en el fondo, una gran belleza en la ciudad en sí. Porqué, ¿Quién no ha mirado la fachada de una casa antigua o comercio viejo y se ha quedado bocabierto con el aspecto que tiene? Pues está es la razón por la cúal yo creo, que tendrían que ayudar a todos los encargados y jefes de estos comercios en seguir manteniendo este tipo de comercio y estos puntos de venta que son una belleza del arte.
ResponEliminaYo sinceramente, creo que no se está actuando bien, creo que si el propietario del lugar y el del punto de venta desde hace años estan de acuerdo con el dinero pactado que vale en sí el local, no se tendría que poner por en medio intereses, si que las cosas han cambiado y la vida está mucho más cara ahora, pero tendríamos que intentar mantener todo esto ya que es un valor añadido para nuestra ciudad capital de Cataluña.
Me parece perfecto que comercios como la cerería, entre otros, se esten salvando, espero que muchos más puedan seguir con las puertas abiertas y seguir ofreciendo calidad a un rpecio razonable y con una imagen encantadora, tanto por los turistas, cómo por los habitantes de Cataluña.
Cristina Garriga
Hoy en dia vivimos en una sociedad de ladrones y que nos está perjudicando cada día más. No sé donde pretende el gobierno que acabemos pero de verdad no se puede vivir más con esta injusticia. Como podemos ver, estos comerciantes tradicionales que abrieron sus pequeños comercios hace una tira de años se ven en la dificultad de cerrar su negocio, ese negocio donde han puesto toda su energia, sus fuerzas, su clientela, para poder seguir adelante. A pesar de ello así sin más el ayuntamiento decide aplicar la ley para aumentar los precios de los locales céntricos de barcelona. Esto provoca que no lo puedan pagar y se tenga que venir endecaída llegando a la conclusión de cerrar los puntos de venta. Realmente quien hace clientes en estos comercios pasados por la especialización es el turismo. ¿Qué haría Barcelona si estos comercios cierran? ¿El turismo disminuiría? Pues yo creo que sí, porque quieras o no forman parte de la cultura y tradición de Barcelona.
ResponEliminaPor otra parte, tampoco veo nada normal la subida del coste de los locales así de un día para otro porque si tienen este pacto del precio fijado ya hace años no tendría porque modificarse, ya sé que todo está subiendo y la sociedad no tiene ni un duro pero si estos locales aumentan el coste, cerrarán y si cierran se perderá cultura, más personas al paro, y en ésta sociedad ya no habrá quien viva.