El grupo Mango ha creado un departamento dedicado exclusivamente a este perfil
Se
acabaron los tiempos en los que las empresas podían permitirse un
cliente insatisfecho. El consumidor, que gracias a las nuevas
tecnologías tiene más poder que nunca, y que debido a la alta
competencia del mercado puede permitirse elegir entre un sinfín de
marcas, se ha convertido en una figura clave. Hasta
alcanzar, incluso, la primera línea de fuego en la dirección de las
empresas, junto a otros departamentos tan importantes como el de
marketing, el de recursos humanos o el financiero.
Buena prueba de ello es el paso al frente que están dando muchas
compañías al crear un departamento de cliente, enfocado
exclusivamente a trabajar en este fin.
La última en decidirse ha sido Mango, el grupo textil de moda que anunció este movimiento a principios de semana. “El cliente es una prioridad estratégica de la compañía, y la creación de este departamento es el resultado organizativo de esta preferencia”, explica el recién nombrado director de cliente del grupo, Guillermo Corominas. Así, prosigue, el nuevo departamento contará con los profesionales antes dedicados a la atención al consumidor, a la gestión de relaciones con el cliente, a la fidelización y a la voz de cliente. “Tener a todos los equipos relacionados de forma directa con este perfil permite asegurar un alineamiento en la ejecución de la estrategia”, asegura.
Este
tipo de decisiones no hacen más que confirmar la tendencia de poner
al consumidor en el centro que se ve venir desde hace ya varios años,
en opinión del presidente de la asociación para el Desarrollo de la
Experiencia del Cliente (DEC), Jorge Martínez-Arroyo. “Los
sectores que van por delante son aquellos en los que no existe un
contrato formal entre empresa y cliente,
como puede ser el de la moda, donde hoy compro en Mango pero mañana
en Zara. Esto, por ejemplo, no ocurre en otras compañías como las
del sector bancario, el de telecomunicaciones o el de seguros, donde
la relación contractual sigue dando cierto alivio a las empresas”.
Lo
que es obvio es que el
desequilibrio que existía hace años entre compañía y cliente ya
se ha roto.
“Con la crisis, el consumidor se replanteó muchos de sus gastos y
su relación con muchas marcas, y a día de hoy, gracias a las redes
sociales, puede dañar por completo la imagen de una compañía”,
asegura Martínez-Arroyo. A esto se le añade otra tendencia que está
ganando peso, y es que a día de hoy, la frontera entre los
diferentes sectores cada vez es más difusa, por lo que “tenemos
unas expectativas como clientes que exportamos al resto de compañías,
sin diferenciar entre ellas. Si una organización nos hace más
fácil, rápida y cómoda la compra, queremos lo mismo para el resto
de empresas, sean cuales sean”. De hecho, según datos facilitados
por la Asociación DEC, el
crecimiento anual en ingresos de las compañías que cuentan con una
sólida experiencia de cliente es entre dos y tres veces mayor que el
de los grupos más atrasados.
Precisamente
porque la competencia es tal alta, las empresas están apostando
fuertemente por este modelo organizacional. Lo complicado, recuerda
Martínez-Arroyo, es alinear
todas las medidas dentro de una misma estrategia, sin hacer cosas
sueltas y aisladas.
También hay que contar con el respaldo de la alta dirección y tener
acceso directo al resto de departamentos, para que los datos
recabados puedan ser utilizados.
En
el caso de Mango, “la gran fuente de información obtenida será
compartida transversalmente entre los diferentes departamentos de la
compañía, para ser capaces de mejorar en todas las áreas”,
apunta Guillermo Corominas. La información recolectada es muy
valiosa y puede condicionar la estrategia del resto del grupo: “Las
nuevas tecnologías permiten tener un conocimiento mucho mayor acerca
de las diferentes tipologías de clientes.
En base a este conocimiento, seremos capaces de poder llevar a cabo
estrategias diferentes en base a las preferencias de cada uno de
ellos y de personalizar mucho más nuestras comunicaciones y oferta”,
ilustra este ejecutivo.
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